La construcción
de la paz con justicia social en Colombia tiene serios enemigos. A la mafiosa
oligarquía liderada por Álvaro Uribe y sus secuaces como “Facho” Santos o
Fernando Londoño, a los politiqueros mediocres y frustrados como el alacrán de
Andrés Pastrana, a los militaristas como Juan
Carlos Pinzón, hay que añadir la jauría de mercenarios y sicarios de tinta que
garrapatean en los periódicos y abogan por la solución militar del conflicto
que vive Colombia.
Mentira tras
mentira contra la insurgencia colombiana publican casi
todos los diarios con el objetivo de generar una matriz de opinión desfavorable
a las FARC-EP entre la población.
Nada nuevo
realmente. Es lo que ha hecho la prensa burguesa todo un siempre, como
instrumento de propaganda al servicio de la oligarquía santanderista que malgobierna.
La lista de
falsedades es innumerable y lo grave es que pretenden hacerlas pasar como
trabajos serios de investigación periodística. Nada más falso.
Recientemente El
Espectador publicó el resumen de un trabajo de Mauricio Rubio, titulado: “No
llores por Tanja, Colombia”, el mismo que fue elaborado por el autor para la Fundación
Ideas para la Paz, creada en 1999 por un grupo de empresarios colombianos y que
se financia con aportes de empresas del país y extranjeras, así como por
donaciones de gobiernos extranjeros y agencias de cooperación internacional,
tal como señala la página Web de esta fundación.
¿Serán empresarios
patriotas o de aquellos que defienden la “Seguridad Democrática” del uribismo y las políticas neoliberales? ¿Serán la USAID, la
NED, la Fundación Heritage, la Fundación Rockefeller, todas ellas ligadas a la
CIA, sus auspiciadoras?
Lo cierto es que
este trabajo de Mauricio Rubio evidencia una total falta de rigor científico,
de ética periodística y de investigación profunda.
El pobre de
Rubio pretende denigrar la figura de Tanja, “la guerrillera holandesa” de las
FARC-EP, a la vez que lanza su ponzoña contra la organización revolucionaria a
la que acusa de maltratar a las mujeres que la integran.
Las pruebas que
presenta son salidas de su sucia imaginación misógina. En el trabajo no existe
una sola entrevista realizada por el autor a combatiente guerrilla alguna de
las FARC-EP, como si lo han hecho periodistas serios como el colombiano Jorge
Enrique Botero o el sueco Dick Enmanuelson.
Desde su cómodo
sillón de gacetillero, Rubio escribe un libelo
que sustenta con referencias de diversos libros y artículos, muchos de los cuales
forman parte de ese cúmulo de mentiras y falsificaciones que la industria
mediática publica para estigmatizar a las FARC-EP. Por otro lado, el autor del
mamotreto se apoya en supuestos “testimonios” de “desmovilizadas”, de “exguerrilleras”,
manera cómoda de encubrir su falta de fuentes reales, operación que acostumbra
a realizar el aparato de propaganda del Ejército colombiano.
Rubio parece
vivir en otro mundo.
Dice con “sorpresa”,
propia de un citadino que vive cómodamente, seguramente en una casa o
apartamento bien amoblado, rodeado de comodidades: “Difícil entender cómo es
que la pobreza empuja a los jóvenes a ingresar a una organización a la que
normalmente no les pagarán nada” (2013: 9).
Por supuesto que
le es difícil comprender, puesto que no conoce la Colombia profunda, donde la
gente toma sopa de periódico para engañar al estómago con la sensación de
llenura mediante la ingestión de ese engrudo. Su lógica mercantil, además, le
impide entender que las condiciones materiales de vida que lleva la gente pobre
son la principal razón de la violencia en Colombia y que esas personas pobres
que se enrolan en la guerrilla, encuentran en la insurgencia la manera de
enfrentarse a esa cruda realidad, pero además descubren el espacio político
para desalienarse y adquirir conciencia de las causas por las cuales treinta
millones de colombianos viven en la miseria y de los cuales 12 millones son
indigentes.
No luchan porque
les pagan un salario, señor Rubio, por supuesto. Luchan por conciencia, lo que
realmente le falta a usted que es quien en verdad está adoctrinado por la
ideología reaccionaria que representa y, además, recibe sueldo por ello.
Rubio cae lo más
bajo cuando afirma que en la guerrilla las mujeres, fundamentalmente niñas y
jóvenes, sirven para el disfrute sexual de los comandantes guerrilleros. Esa es
la acusación más repugnante y maliciosa. No tiene sustento alguno. Pruebas no
las tiene, solo, hay que insistir en esto, “testimonios” de “excombatientes” y “exguerrilleras”
utilizadas por el Ejército colombiano para difundir sus mentiras.
Mauricio Rubio
no llega a comprender que la liberación social, implica la liberación sexual y
que las dos dependen de la lucha contra una sociedad caracterizada por ser
patriarcal, falocéntrica y sexista, como es la sociedad capitalista.
En las FARC-EP
cerca del 40% de combatientes son mujeres, las mismas que luchan conjuntamente
con los hombres por una sociedad nueva para Colombia.
Es la sociedad
capitalista la que considera a la mujer como objeto sexual, la que ha
prostituido a la mujer en todos los niveles. Rubio no dice una palabra de la
prostitución de las mujeres en Colombia, de la trata de blancas, ni de las
niñas sirvientas en las casas de la clase media o de la oligarquía colombiana,
ni de las violaciones de niñas cometidas por el ejército colombiano y los
paramilitares. Pero si se atreve hacer aseveraciones sobre el papel de las
mujeres en la insurgencia.
Algunos datos que forman parte de un
trabajo todavía inédito de quien escribe este artículo,
permiten comprender las falsedades de Rubio.
Uno de los temas en los que más énfasis
pone falsimedia, es que en las FARC las mujeres están obligadas a abortar.
Lo primero que hay que señalar es que
las y los combatientes farianos reciben, como parte de su formación, charlas
sobre educación sexual, en las que se abordan temas relacionados con la
concepción y los métodos anticonceptivos.
Las y los guerrilleros saben que el
embarazo de una compañera es responsabilidad de la pareja, el mismo que se debe
evitar por las circunstancias de la guerra. Lo segundo que se debe indicar es que
el aborto no es obligatorio.
Pero bajo las condiciones del conflicto,
es difícil que una guerrillera que esté embarazada pueda realizar las
actividades que dentro de la insurgencia se realizan y que más adelante pueda,
cuando nazca su hija o hijo, vivir con ella o él dentro de la guerrilla, por lo
que tendrá que entregarlo a un familiar o pariente cercano para que lo cuide.
Esa es la realidad, no la pintada por la
campaña de difamación del ejército colombiano a través de operaciones propagandísticas
como la denominada “Vuelve a ser mujer”.
En las FARC-EP las mujeres realizan las
mismas actividades que los hombres y viceversa. Las posturas machistas, propias
de la sociedad patriarcal capitalista, no tienen cabida dentro de las filas
revolucionarias.
En entrevista con Dick Emanuelsson, la
guerrillera Susana Téllez, ante la pregunta si en las filas de las FARC-EP los
comandantes explotan sexualmente a las mujeres, responde:
(…) “esa es una
de las tantas mentiras que a diario viven lanzando sobre nosotros desde los
medios de comunicación. Yo creo que van a buscar y ya no van a encontrar qué
decir de nosotras, nos tratan de narcoterroristas, de lo peor. Que las mujeres
son maltratadas sexualmente, que son sirvientas de los guerrilleros, que somos.
. . ¡Mentira! Aquí si uno quiso estar con un compañero, está, si
no, no. Aquí cada uno se forja su destino y cada uno se crea una meta. Si uno
quiere ser alguien, lo logra. Aquí nadie tiene un mérito sino es por uno, no
por una cara o un cuerpo bonito, aquí uno tiene que forjarse”.
“Esas son
artimañas que se buscan los medios de comunicación para ponernos por el suelo y
para que otra gente que vea como una opción a las FARC, no ingrese al
movimiento.”[1]
Sandra Ramírez, compañera del Comandante
Manuel Marulanda, en entrevista con el periodista citado expresa:
“Desde que
nosotros ingresamos a la guerrilla somos combatientes todos, tenemos igualdad
en derechos y en deberes. Al tener esa igualdad de ser combatientes, tantos
hombres como mujeres, compartimos todo. Si el hombre cocina la mujer también
cocina, si el hombre paga guardia, la mujer también paga guardia, si la mujer
es comandante, el hombre también es comandante, si la mujer es responsable
tiene la responsabilidad de ser una jefe de comunicaciones, una jefe de
sistema, los hombres también.
Toda la
actividad diaria es compartida, colectiva, tanto hombres como mujeres
participamos colectivamente entre todos.
Todo este desarrollo
que ha tenido la guerrilla nos hace tener mecanismos para ir frenando,
mostrando, que las mujeres también estamos en capacidad de hacer todo, que las
mujeres somos responsables, que las mujeres podemos hacer las mismas cosas
porque las mujeres vamos, también, a la línea de combate con el hombre. Hombro
a hombro, si la mujer tiene que ir a transportar, el hombre también tiene que
transportar, nuestras tareas son para todos.
Esta actividad
hace que el machismo se vaya diluyendo, se vaya haciendo a un lado, que nos
veamos desde otro punto, como hombres y mujeres, como personas que podemos
hacer de todo.
Yo tengo 30 años
de lucha y no he tenido quejas sobre compañeros en acoso sexual, esa es una
mentira que se utiliza desde los medios de comunicación de que aquí las mujeres
venimos y somos obligadas, que tenemos que estar con no sé quién. No, aquí la
mujer es libre. Libre, libre de escoger su pareja, libre de decir, camaradas,
yo quiero estudiar enfermería. Libres de decir, camaradas, yo quiero estudiar
sistemas. Libre de decir, camaradas, yo quiero ser médica, libre de decir yo
quiero distribuir víveres, y también a medida de su capacidad y de su actitud
que vaya mostrando, se va ella especializando en eso.
Libre de decir,
camaradas, yo quiero ser mando, o no quiero ser mando. En todo este sentido la
mujer, por supuesto, que es libre.
Y libre porque
no está atada a su marido, tiene la libertad de seguir su pareja o no seguirla,
pero no estar amarrada y que esa compañera no pueda salir a cumplir una misión.
Va, cumple su
misión y regresa a donde está su pareja. Igual el hombre si tiene que ir a
cumplir una misión por supuesto que lo hace y luego ingresa a donde está su
pareja.”[2]
En las FARC-EP las mujeres son fuerza
medular, vital de la insurgencia fariana.
Mariana Páez, Lucero Palmera, Catherine
Miller son ejemplo de combatientes revolucionarias que entregaron su vida por
la construcción de la Nueva Colombia. Como ellas, miles de mujeres valientes
combaten dentro de la insurgencia fariana contra el Estado gansteril
colombiano. Ejemplo de ello son Alexandra Nariño, Camila Cienfuegos, Shirley
Méndez, Marina Sánchez, Yira Castro, Carmenza Castillo, Marcela González,
Patricia Cano, Sandra Ramírez, Marinely Hernández y centenares de combatientes más.
Shirley Méndez dice:
“Las mujeres
guerrilleras somos dignas, como combatientes
somos revolucionarias, luchamos para ayudar a construir un país que
le brinde a la mujer derechos, libertad,
igualdad; mujeres dispuestas a dar la vida misma por la causa que un día
decidimos defender. Somos la esperanza de miles de mujeres que son víctimas de
una sociedad capitalista, donde a la mujer la ven como un instrumento de
comercialización. Porque como dijo el comandante Fidel Castro, “cuando en un
pueblo pelean los hombres y pueden pelear las mujeres, ese pueblo es
invencible”.[3]
Rubio desconoce la dignidad de las
mujeres farianas.
La FIP debería demandarlo para que
devuelva los dineros que debió haber recibido para realizar ese adefesio de
trabajo.
26 de abril de
2013
[1]
Dick Emanuelsson. “Los intereses del pueblo están por arriba de todo”. ANNCOL, 21
de abril de 2005
[2]
Dick Emanuelsson. Sandra Ramírez: “¡Mi familia es las FARC! Aquí hay igualdad
en derechos y deberes entre mujeres y hombres”.
ANNCOL, Habana, 22 de noviembre de 2012
[3]
Dax Toscano. Shirley Méndez: la lucha por un mundo libre con el color de las
mujeres. Enero de 2013
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